MANUAL BÁSICO DE TECNOLOGÍA AUDIOVISUAL (ANTONIO CUEVAS)

  • “Este manual ha sido escrito para facilitar el trabajo de los estudiantes a los que he impartido clases en universidades y talleres. Se trata de facilitar el trabajo de los creadores en esta área de “cine pobre”.
  • "A medida que he ido conociendo este sector, he ido encontrando gente talentosa y decidida a la que me siento en la obligación de apoyar…”, refiere don Antonio en la presentación de esta obra.

MANUAL BÁSICO DE TECNOLOGÍA AUDIOVISUAL (ANTONIO CUEVAS)

INTRODUCCIÓN

Este Manual ha sido escrito para facilitar el trabajo de los estudiantes a los que he impartido clases en universidades y talleres. En él no solo se hace énfasis en el componente técnico de la imagen, hay múltiples referencias, incluyendo capítulos completos, a la narrativa cinematográfica. Se trata de facilitar en lo posible el trabajo de los creadores en esta área de “cine pobre”. A medida que he ido conociendo este sector, he ido encontrando gente talentosa y decidida a la que me siento en la obligación de apoyar. Y a la que ojalá también fuera capaz de ayudar.

Creo que la producción nacional es absolutamente imprescindible para nuestros pequeños países, implacablemente sujetos a políticas diseñadas mucho más al norte, a mayor honra y gloria de sus cuentas corrientes y balances de resultados. Alguien (muy acertadamente) dijo que un país sin cine propio es como una familia sin álbum de fotos. Es obvio que el audiovisual no es una industria más, tiene trascendencia social, los contenidos que divulga producen impacto en la opinión pública y, desde luego, contribuyen en muchos casos a la preservación de unas costumbres y una idiosincrasia propias, algo de tan difícil valoración económica como obvia importancia social. La trascendencia del sector audiovisual sobre el resto de la sociedad no puede ser dejado en manos de terceros ajenos al país, ni confiado al libre albedrío del mercado; las posturas liberales absentistas, como la historia muestra diáfanamente, siempre han beneficiado a la industria del país dominante.

Un pueblo debe ser capaz de expresarse por sí mismo, no es admisible que se sirva tan sólo de obras extrañas. Condenar al audiovisual propio a no nacer nunca es tanto como renunciar a un modo de cultura y de formación, es renunciar a preservar nuestras costumbres mientras nos resignamos a la invasión de otras que nos son extrañas. Y es renunciar también a una cierta cantidad de ingresos ya que el balance final no es solamente la pérdida de los ingresos que el cine nacional podría haber generado sino el consiguiente gasto que trae consigo la implacable importación de filmes del país dominante para cubrir la demanda de las salas. Y de estos filmes, una buena cantidad de ellos podrían no haberse producido nunca, nadie los echaría en falta hoy.

La industria cinematográfica europea, permanente acosada por la voraz estadounidense, ha logrado una relativa estabilidad a base de la implementación de mecanismos de apoyo al audiovisual nacional, específicamente el cine, siempre sustentados en la contemplación del sector como de actividad atípica, mezcla de industria y también de arte, la “excepción cultural” en la que privan las consideraciones de INTERÉS NACIONAL; esta industria, como bien afirman los franceses, es “una parte del espíritu de la nación”. Los diferentes mecanismos de protección a las industrias audiovisuales europeas - subvenciones anticipadas, cuota de pantalla, cuota de distribución y subvenciones en función de los ingresos en taquilla - desmienten en la práctica la gran falacia que repiten incansables los portavoces de las grandes compañías: la libertad absoluta de mercado, que sólo él marque las reglas.

Finalmente, debo decir que estos textos no hubieran nacido sin el estímulo cálido y diario de mis estudiantes, “mis chiquitos” queridos; ellos y el resto de jóvenes “locos por el cine” son nuestro activo más valioso. Creo firmemente en la regeneración que para el audiovisual del área va a suponer la incorporación de esta sangre noble e intrépida.

He escrito este libro sintiendo tras cada página el cariño de mis dos hijos, Toni y Andrea. Y el de Sandra, esposa de mi hijo, y madre del nuevo Antonio Cuevas. Los cuatro están en lo más profundo de mi alma y alientan cada día de mi vida, pese a la distancia canalla del océano que nos separa.

Antonio Cuevas Ortiz Escazú, sábado 19 de junio de 2010

Antonio Cuevas Ortiz.

 Director de Fotografía titulado en la Escuela Oficial de Cinematografía (Madrid). Estudios de Licenciatura en Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid. Miembro fundador de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España. Miembro fundador de la A.E.C. Asociación Española de Autores de Fotografía Cinematográfica. Miembro honorario de la ANCI (Asociación Nicaragüense de Cinematografía). Más de 50 largometrajes como director de fotografía y operador de cámara. Talleres impartidos en El Salvador, Nicaragua y República Dominicana. Profesor de Fotografía Cinematográfica en la Nueva Escuela de Cine y TV, y en la Escuela de Fotografía, ambas pertenecientes a la Universidad Veritas. Autor del libro “Manual básico de tecnología audiovisual” descargable desde la web del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica.

“Este manual ha sido escrito para facilitar el trabajo de los estudiantes a los que he impartido clases en universidades y talleres. Se trata de facilitar el trabajo de los creadores en esta área de “cine pobre”.
 

"A medida que he ido conociendo este sector, he ido encontrando gente talentosa y decidida a la que me siento en la obligación de apoyar…”, refiere don Antonio en la presentación de esta obra.

Antonio Cuevas trabajó como profesor de Fotografía Cinematográfica en la Universidad Veritas del 2003 al 2014 y fue de los primeros que presenció el nacimiento de la Escuela de Cine y Televisión de la institución.

Además, el profesor durante su residencia en Costa Rica, trabajó en el Sistema Nacional de Radio y Televisión y fue el director de fotografía de dos películas  “El compromiso” de Óscar Castillo y “Donde duerme el horror” de Adrián García Bogliano.

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